Caminó mucho, tanto que salió de la ciudad. Tenia rabia, las cosas no habían salido como ella quería. Nunca salían como ella quería. Pensó que se había resignado a su suerte, que ya nada iba a derrumbarla pero esa fue la gota que derramó el vaso. La dejó, humillándola.
Sin dudarlo un segundo volvió solo para recoger a su hija y a sus cosas. Cuando estuvo lista tomó el primer tren y partió. Lejos, lejos de allí.
-Una ciudad costera, tal vez.- pensó- Donde el viento cure mis heridas y el mar me ayude a olvidar.
Reconstruir sus vidas, purgándolas de todo lo malo que aquel ser les había engendrado, esa era su misión. No iba a permitir que dañe a Luz como la lastimó a ella, su nena crecería en paz lejos de él.
Evitó todo aquello que le hacía recordar a aquel amor que la traicionó. Al primer recuerdo indeseado eliminaba el causante. Así fue como las dos comenzaron a marchar de un lugar a otro. Buscando un lugar donde vivir y crecer en paz.
No se percató de que la tristeza y el dolor se encontraban en su corazón. Lo llevaba a cada lugar adonde fuera. Sentía que la amargura la perseguía. Cuando se dio cuenta de que no podría escapar más miró a su Luz y juró que nunca volvería a recordar aquello, desde ese momento empezaría ella misma su nueva vida, se esforzaría al máximo para que su hija pueda ser feliz. Juntas lucharían por salir adelante. Siempre juntas.
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