viernes, 31 de octubre de 2014

Mozo una pausa para mi, por favor.

Me equivoqué. El tiempo te hace entender, la distancia te posiciona del lado de enfrente. Veo mi vida hacia atrás como una película, en donde sé el final y quiero decirle a la protagonista que no lo haga, que se está equivocando, pero ella no escucha, está del otro lado del televisor. Hay un vidrio y un impulso ciego en el medio que no la dejan pensar, entonces sigue como si tuviese un hilo en el pecho. Se deja llevar pensando que decide en ese mismo instante sobre su vida, que no hay consecuencias malas y que va a ser lo mejor. El problema es que la actriz de mi vida no reflexiona mucho tiempo, se convence tan bien de lo que está encaprichada que no hay otra yo que la convenza de lo contrario. Así soy, cabeza dura, hasta conmigo misma. Me manipulo. Soy tan buena discutiendo que siempre me gano todas las discusiones, y en los hechos a la larga salgo perdiendo, por no pensar un minuto más. O por pensar tarde lo que tendría que haber reflexionado antes. Pensar en frío es un concepto que puedo entender con la lógica de la razón pero que no puedo llevar a cabo. ¿Quién carajo te hace creer que lo mejor es seguir al corazón? Hollywood queda muy lejos y vos vivís acá, de Rivadavia para abajo, donde los finales son. Solo son. Ni felices ni trágicos. Son.
Siempre tengo la manía de querer entender. Es como un capricho, una obsesión. No puede haber algo que se me vaya de las manos. Si no entiendo no duermo. ¿Qué pasó? Me pregunto ahora. Y no solo quiero entender ahora, quiero que vuelvas, quiero volver, quiero saber como actuar, quiero saber todo y ser grande, muy grande y muy sabia para saber qué hacer en cada momento. No supe qué hacer. No soy tan grande como creía. No me las sé todas. ¿Algún día voy a saber? ¿Algún día voy a entender? ¿Algún día voy a crecer? ¿O voy a seguir el resto de mi vida con una pasión adolescente, un corazón revoloteando por todos lados que no se puede controlar? 
Si algo puedo decir bien es que mi tozudez por lo menos se mantiene. El capricho dura, lo mantengo mucho tiempo, lo refuerzo, lo construyo, me sacrifico por el. Me vivo sacrificando, esforzando. Siento que la vida es eso, puro sufrir para solo un ratito de felicidad. Puro pelear para quizás no verla. ¿Pelee lo suficiente? ¿Cuándo fue que me rendí? ¿Me rendí?

¿Qué pasó?

La maraña de pensamientos, reflexiones, hechos que pasan tan rápido que no te da tiempo a reaccionar. O si, solo reaccionar, y no hacer al respecto. ¿Cómo fue? ¿Quién vivió mi vida y dejó que esto pasara? ¿Quién permitió que avanzara de esta manera? ¿Quién permitió que avanzara?


Mi tranquilidad siempre pasa por entender, por saber, Es una forma de sentir que lo controlo. Si lo entiendo puedo manejarlo. Hasta que me asalta la urgencia, el corazón, y vuelta a lo mismo. Entonces yo boicoteo mi tranquilidad.

Que alguien le ponga pausa a mi cabeza.