domingo, 18 de mayo de 2008

Sola

Caminó mucho, tanto que salió de la ciudad. Tenia rabia, las cosas no habían salido como ella quería. Nunca salían como ella quería. Pensó que se había resignado a su suerte, que ya nada iba a derrumbarla pero esa fue la gota que derramó el vaso. La dejó, humillándola.
Sin dudarlo un segundo volvió solo para recoger a su hija y a sus cosas. Cuando estuvo lista tomó el primer tren y partió. Lejos, lejos de allí.
-Una ciudad costera, tal vez.- pensó- Donde el viento cure mis heridas y el mar me ayude a olvidar.
Reconstruir sus vidas, purgándolas de todo lo malo que aquel ser les había engendrado, esa era su misión. No iba a permitir que dañe a Luz como la lastimó a ella, su nena crecería en paz lejos de él.
Evitó todo aquello que le hacía recordar a aquel amor que la traicionó. Al primer recuerdo indeseado eliminaba el causante. Así fue como las dos comenzaron a marchar de un lugar a otro. Buscando un lugar donde vivir y crecer en paz.
No se percató de que la tristeza y el dolor se encontraban en su corazón. Lo llevaba a cada lugar adonde fuera. Sentía que la amargura la perseguía. Cuando se dio cuenta de que no podría escapar más miró a su Luz y juró que nunca volvería a recordar aquello, desde ese momento empezaría ella misma su nueva vida, se esforzaría al máximo para que su hija pueda ser feliz. Juntas lucharían por salir adelante. Siempre juntas.

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